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Imaginar que una tarde, sobre las 19:30 de un julio cualquiera, estáis paseando por un bosque hermoso y tranquilo, hablando de vuestras cosas, mirandoos como el primer día, sintiendo vuestros besos. Os sentáis en el suelo, al lado de un árbol, os reís, hacéis planes de futuro, os apoyáis el uno en el otro y dejáis que pasen los minutos mirando la puesta de sol. Al día siguiente, todavía con la resaca de haber vivido un momento especial ayer, descubrís que alguien ha tomado fotos, sin saberlo, y ha capturado todos esos instantes con naturalidad.

PARA MI ESO ES UNA PREBODA PERFECTA.


EL DÍA DE TU BODA VAN A PASAR MUCHAS COSAS PRECIOSAS QUE NO QUERRÁS OLVIDAR
Yo siempre digo que en una boda pasan tantas cosas bonitas que es absurdo que el fotógrafo ande forzado situaciones y preparando escenas. Simplemente dejo que las cosas sucedan y las capturo respetando tu espacio y sin intervenir. Solo de esa manera se pueden conseguir imágenes naturales y sencillas donde lo principal son los momentos y las emociones, tus recuerdos.

Repetir la experiencia pero ya con los nervios olvidados y sin prisas. Volver a vestirse de novios y acudir a un lugar especial para hacer un reportaje diferente. Pese a ser una de las situaciones más forzadas de todo el reportaje, se pueden conseguir momentos naturales y sencillos si simplemente sois vosotros mismos.

Ya hace algún tiempo decidí comenzar con un proyecto personal. Había estado viendo que otros fotógrafos de boda incorporaban a sus webs algo que llamaba Boudoir. El estilo variaba según el fotógrafo que lo trabajase, pero en todos había un elemento común, la mujer y su sensualidad. Y curiosamente, para mi, esa característica no era la que más peso tenía para emprender el proyecto, me atraía, más bien, por la multitud de opciones que se abrían ante mi con los elementos que más me gusta trabajar: luz natural y espontaneidad.