Así vivimos los fotógrafos de bodas nuestro trabajo. Llegar a casa del novio con el tiempo preciso y todo listo para que nada falle: baterías, tarjetas formateadas y listas, pilas para el flash cargadas, correas, cámaras preparadas. Junto a todo lo técnico cierto grado de concentración que no debe presionar pero si mantenernos alerta, intentando borrar toda predisposición a lo que vamos a vivir ese día, pues es mejor sorprenderse, dejarse llevar.
Las casas
La entrada a cualquier casa siempre es un misterio. Las condiciones del lugar, la luz, la gente que allí estará, los nervios palpables en el ambiente. El fotógrafo de bodas no puede obviar todo eso, debe ser consciente que en ese instante las preocupaciones que puedan tener esas personas son las realmente importantes y nosotros debemos mostrarnos seguros, animar si es preciso. El novio/a y sus familiares saben que has entrado en muchos lugares como ese y se preguntan si eso es lo normal. Situaciones como que el novio todavía no este vestido, que la madre siga en la peluquería, que el comedor esté lleno de trastos, todo eso lo hemos vivido y tienen que saber que SI, que es lo normal. No es solo por ayudar o ser agradables, en mi caso ayuda en el resultado final, pues la naturalidad se muestra de un modo más real si los novios están tranquilos y relajados.
Déjalo en manos de profesionales
Debemos ser rápidos, valorar el entorno, aprovechar lo que allí tenemos. No siempre vamos a hermosos hoteles, a veces las casas son eso, simplemente casas, donde hay televisores, ropa colgada, vasos sobre la mesa, chaquetas sobre las sillas. Buscar el rincón para trabajar de un modo rápido y eficaz requiere de un cierto entrenamiento y porque no decirlo, cierto gusto estético.
Tampoco podemos remodelar un comedor. Se puede mover una mesa o apartar unas sillas, pero sin excesivos cambios. Los novios preguntarán muchas veces qué hacer, de cada fotógrafo depende la respuesta a dar. En mi caso solo quiero que estén haciendo lo que harían si no estuviera yo por allí. Si, es difícil, por eso con un buen trabajo en la preboda conseguir que sean naturales no resulta tan complicado.
No hay que olvidar que los novios nos consideran expertos en bodas, lo que les podamos decir influirá profundamente en su estado de ánimo.
Tiempo de sobra
Hay que ser muy estricto con los tiempos y dejar en nuestro planing tiempo extra para los imprevistos. No llegar a tiempo a una ceremonia puede suponer una de las tragedias más grandes e irremplazables que nos puedan ocurrir en nuestro trabajo, por eso hay que tratar de no ir nunca con el tiempo justo, llevar el lugar marcado en un par de navegadores y asegurarse repetidas veces de que el sitio es el correcto.
Es mejor llegar calmados, con tiempo suficiente para estudiar el entorno y prepara el equipo a utilizar. No es lo mismo trabajar en una iglesia con poca luz que en un jardín a medio día. Si es en la playa ver donde se pone el sol para saber si los novios estarán o no a contra luz. Buscar pasillos de movimiento, principalmente en las iglesias, para tratar de cruzar lo menos posible por el centro de la catedral.
La paciencia es clave
Colocarse en un sitio a esperar que los novios pasen por él, o hagan algo concreto requiere de experiencia y calma. Si sabes que los novios se van coger de la mano, porque sabes que el cura lo va a decir, tu esperas apuntando con tu cámara a sus rostros o a sus manos antes de que vaya a ocurrir. De ese modo podrás captar ese intente en el que se miran de un modo cómplice o se acarician las manos con los dedos. Todos esos gestos y miradas requieren paciencia. Yo he llegado a estar más de 3 minutos apuntando hacia el rostro de la novia, con un bonito contra luz detrás, esperando a que ella cruzara miradas con su pareja y le sonriera.
También exige paciencia, pero de otro tipo, el momento de las fotos grupales. Casi siempre los invitados se pierden entre la gente, buscando el arroz o a otros familiares. En otras ocasiones el momento se interrumpe con las felicitaciones a los recién casados. Solo hay que esperar y nunca poner nerviosos a los novios porque, también casi siempre, se suelen poner. En mi caso jamás interfiero si los novios están siendo felicitados, simplemente espero, ligeramente apartado a que todo pase. Si finalmente no da tiempo a hacer las fotos en la iglesia porque nos echan de allí, pues se hacen fuera en la puerta o en el cocktail. Es un momento muy bonito para los novios recibir a todos sus amigos y familiares, y en mi caso, como ya digo, nunca interrumpo.
La responsabilidad
Pesa sobre nosotros un alto grado de responsabilidad. Los novios depositan su confianza y en ese grado hemos de corresponder. No dejarse nada, captar todos los instantes y hacerlo de un modo artístico requiere de seguridad y experiencia. En parte así se justifica nuestro trabajo frente al del aficionado. Ofrecer tranquilidad debería estar entre nuestros servicios y ser bueno en esa tarea hará que los novios te recuerden y recomienden a sus amigos tanto o más que si las fotos son las mejores del mundo.
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